domingo, 25 de noviembre de 2012

Hombre de maíz



Maya significa hombre de maíz. En las calles de la ciudad de México nadie puede librarse del maíz. Tacos con tortillas de maíz, tamales con granos de maíz molidos, enchiladas con maíz, guacamole con totopos de maíz. Menos aún pueden negarse al temido rey de la cocina mexicana, al chile, que los hay de mil colores y tamaños, y todos pican: jalapeño, serrano, verde, poblano, güero, manzano, chile chilaca o pasilla, habanero. Y están presentes en las frutas, en chupetines y caramelos, en las sopas, en las carnes, en las verduras y en las bebidas. Para ser mexicano debe gustarte el chile, enchilarte a fuerza de coraje, una y otra vez, hasta que tu boca sea conquistada por completo. La experiencia se resume así: una lágrima se escapa de mis ojos y se desliza lento por mi cuello, que hierve tanto como mi corazón que late aceleradamente. Y mis mejillas coloradas, se ven aliviadas cuando bebo sin respiro hasta que en el vaso ya no queda ni una gota de michelada, cerveza bien helada con jugo de limón que calma mi garganta y unos granos de sal que juegan con mi lengua.

Por María Hegouaburu. 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La casa movediza


Vivimos en una casa que se mueve cada vez que un camión pasa por la calle. En una casa que se balancea como una canoa que descansa en algún lago. Salgo al balcón y el sol me acaricia, pero hoy los cerros no se ven en el horizonte. Igual respiro. Hay un México distinto en esa hora que no es ni de día ni de noche. Ayer, en la sobremesa, soñamos Chiapas, el estado más bello según me cuenta Cate. Le creo. En la madrugada, unas horas después de esa charla la tierra del subcomandante Marcos tembló y también mi cama, que se agitó durante dos minutos eternos, tanto como el espejo de la pared, que golpeteaba firme como si la casa se hubiera poblado de tambores vivos


Por María Hegouaburu

Minuto uno


Calor en Orizaba y san Luis Potosí, La Roma. Tengo la nariz seca, áspera. Paso por el mercado de Michoacán, un señor con voz serena habla por celular con su nieta, -te quiero mucho mijita, pasame con tu hermanita que quiero saludarla también. Le pido al chico del puesto de la esquina un jugo de pomelo recièn exprimido, toronjas generosas, pulpa roja. 11 am, el barrio está tranquilo como el parque que cruzo y los árboles que dan sombra. Me pica la nariz y los ojos. Estoy contenta, no necesito nada, me digo. 6 pm, entrevista. Llevo una camisa blanca, estoy llegando a la puerta del metro, un médico a mi lado. Y sangre que brota de mi nariz sin dar aviso. Veo mis manos salpicadas, como si se trataran de lienzos expresionistas. La camisa, inmune, permanece blanca como la nieve. -Güerita, sientate aquí. -Güerita, toma estas servilletas, para limpiarte. -Muchas gracias. Ahora me acuerdo, 2800 metros de altura, DF, México, calor seco, polución. Corro a los sanitarios, pago 5 pesos mexicanos, impecables. El metro revienta, me subo al vagón que queda frente a mí, voy con prisa. En ese momento siento el bautismo de oro, una mano moldea mi culo con desenfreno. Miradas desentendidas, pero yo sé quién fue. Lo miro intensamente, -hijo de puta, dicen mis ojos, fuiste vos. Pero él me muestra su nuca. Esta güera te perdona, sólo porque es el minuto uno. 

Por María Hegouaburu. 

sábado, 11 de agosto de 2012

Bye Bye Londres

Ya en Ibiza, escribí esto:
Creo en todas las cocineras del mundo, y en los que labran la tierra hasta que se pone el sol sin descanso.
Creo en el llanto de un niño que nace y en la generosidad de una sonrisa.
Creo en las curvas. Creo en el sexo.
Creo en los que creen y en los que no.
Creo en mi madre.
Creo en lo imposible de la montaña y en la inmensidad del mar. Creo en el Aconcagua, en el agua dulce de las Cataratas del Iguazú y en el silencio del bosque. Creo en las higueras, en el aceite de oliva y en el vino. Creo en la masculinidad del árbol que me protege.
Creo en la otra cara de la luna.
Creo en los hombres y hermanos de mi vida. En mi padre.
Creo en la fuerza de mis piernas.
Creo en la geometría de una cancha de tenis.
Creo en los estudiantes de medicina, en sus noches en vela en una guardia de cualquier pasillo de hospital.
Creo en mis amigas, en la ingenuidad de Luciana Maccarini, en la sangre de Caterina La Mela, en el humor de Val Evdemon, en la claridad de Victoria Lluch, en la psicología de Sabrina Santoni, en la sensibilidad de Flor Manette y en los ojos de Milagros Hormazabal.
Creo en Dios y en la incoherencia de la realidad.
Creo en mis vísceras. En la palabra.
Creo en los senos que dan vida. Y placer.

Por María Hegouaburu.

miércoles, 20 de junio de 2012

Nalbandian como en su casa



David Nalbandian fue recibido con aplausos por el público de Stoke Park, un señorial club con impecables canchas de golf y de tenis ubicado en Slough, a pocos kilómetros de Windsor y de la reina, zona de opulencia y tradición. A sólo días del tan comentado incidente ocurrido en el ATP de Queen’s -también en las afueras de Londres- el argentino (hoy número 39 del mundo) le ganó al español Nicolás Almagro (11 del mundo)  3-6, 6-3 y 10-4 en el tie break final, en “The Boodles”, un torneo de exhibición y que este año lo tiene como invitado por décima vez consecutiva. Nada se dijo de la patada, ni de la denuncia del juez de línea ni de los puntos perdidos. Esta tarde David mostró su mejor tenis y su mejor cara, charla cordial con la guapa presentadora de canal 4, humoradas en el medio de cada punto con su colega y hasta incluso sonrisas con el juez de silla.

En la tribuna tomaba mate Adolfo Cambiasso -gran amigo del unquillense y su anfitrión aquí- al mismo tiempo que los ingleses descorchaban un champagne tras otro, y bebían el ya clásico Pimm’s de las tardes templadas londinenses, un licor basado en la ginebra de color cobrizo, mezclado con limonada y que se sirve en una jarra con rodajas de pepino, frutillas, naranjas y manzanas verdes.

Un momento de relax para olvidarse de la cifra récord que trepa al 12 % de desocupación, la economía basada en el 70 % de importaciones, los escándalos del gobierno local del conservador Boris Johnson enredado con Rupert Murdoch y la recargada crisis de la eurozona.

En Stoke Park, sólo pajaritos y verde.

Por María Hegouaburu.

lunes, 11 de junio de 2012

Argentina está de moda

Sabemos que Messi es nuestro máximo embajador en el mundo, que deslumbra con su magia dentro de la cancha y con una humildad poco común en cracks de esta magnitud. Pero también el polo es sinónimo de Argentina y de Buenos Aires para los amantes -y curiosos- de este deporte que el fin de semana disfrutaron del evento “Polo in the park”, en el club Hurlingham de Londres. 




Pude ver cómo se acercaban al stand de la Embajada Argentina cientos de ingleses y europeos en general a preguntar por nuestro país, qué atracciones visitar para su luna de miel, cómo llegar a la Patagonia, cuál era la mejor época del año para recorrer la ruta de vinos en la cordillera, y otros tantos londinenses con banderas argentinas -impecables- que ellos mismos se habían encargado de conseguir, para sacarse una foto con los argentinos que estábamos ahí, al ritmo de “¡¡¡viva Argentina, viva Buenos Aires!!!”. Adoradores de la temporada de verano en el hipódromo de Palermo, opinaban que la Argentina tendría que estar entre las sociedades más ricas del mundo, con el potencial enorme que tenemos. El empresario holandés Zeev Godik, dueño de la exitosa cadena de restaurantes Gaucho, La Martina, tienda de ropa de polo que pertenece a Adolfo Cambiasso, Kevingston y Estribos, entre otros, colaboraron con la promoción y visibilidad de nuestro país en un acontecimiento social y de negocios de primer nivel, y que se destaca dentro de la versátil e incansable agenda de la capital británica. 






Por supuesto, la máxima atracción no fueron los caballos sino el maratónico desfile de mujeres con uñas muy afiladas para cazar al príncipe millonario, a plena luz del día, y sin dejar nada en el armario, con todas las plumas y las armas que tuvieran al alcance de la mano, casi como una guerra a todo o nada. Los hombres tampoco se quedaron atrás y apostaron a la extravagancia nada sutil, corbatas, pañuelos y medias de colores fuscia o verde manzana, pantalones chupín, camisas y sacos de texturas insólitas, creo que hasta Salvador Dalí pasaría desapercibido en esta fauna. A las 6 de la tarde ya las mujeres se habían olvidado el motivo de la fiesta y con los zapatos de taco aguja en la mano, tambaleantes y desalineadas a simple vista, lo que aparentaba simular buena clase terminó en grotesco y carcajada. 


De todos modos, Argentina los recibirá con los brazos abiertos. 

Por María Hegouaburu.

sábado, 26 de mayo de 2012

Shakespeare argentino


Martes 22 de Mayo de 2012
El martes 15 y el miércoles 16 de mayo el teatro argentino se consagró en el mítico The Globe, sobre el río Támesis, de la mano del multi-premiado director Rubén Szuchmacher y enormes actores del espacio que él conduce en Buenos Aires, “Elkafka”. 

Como antesala a los Juegos Olímpicos 2012, el teatro Shakespeare’s Globe se dio el gusto de poner en marcha un programa sin precedentes de producciones multilingües, que recorren la carrera del autor inglés más importante de todos los tiempos. La idea de “Globe to Globe”, parte del World Shakespeare Festival, consistió en que compañías teatrales de todo el mundo pusieran en escena las 37 obras del poeta y dramaturgo nacido en Stratford Upon-Avon pero en idiomas diferentes, incluso en lenguaje de sordomudos. El evento comenzó el 21 de abril y se extiende por seis semanas, hasta el 9 de junio. 

De los 37 idiomas, entre los que se destacan el maorí, el Swahili de Kenia, el hip hop de Chicago y el árabe de Palestina, fue seleccionado el español versión argentina, a cargo de Szuchmacher, casi un especialista de Shakespeare en nuestro país, y acompañado por Horacio Acosta, Julián Vilar, Paul Mauch y Horacio Peña, entre otros. De la obra que le dieron para poner en escena, “Henry IV: parte II”, el director manifestó: “Es rara, porque en la primera parte se resuelve el problema. Parece una secuela que no era necesario hacer. Lo más desarrollado es el personaje de Falstaff”, una pieza bufonesca pero clave y de tradición en los obras del escritor isabelino.

“Además la trama no tiene centros, no es muy sólida, sino caótica; va y viene de lo lírico a lo cómico. Eso sí, tiene espacio para que los actores improvisen, resulta entretenida”, continuó el dramaturgo elegido por Londres, que también analizó el vínculo de Enrique IV con la Argentina. “Su relación con los argentinos tiene que ver con este personaje de Falstaff, paradigma del chanta simpático”, indicó.

Por María Hegouaburu.

Conversaciones con una activista


Lunes 14 de Mayo de 2012
Quiero hablar de Ann Wright, una mujer maravillosa que tuve la oportunidad de conocer gracias a amigos de amigos, aquí en Londres. Pasé la navidad del 2011 con ella y su familia en su casa de Highgate, sobre las colinas del norte de la ciudad. Me acogieron con calidez y sin medir demasiado las formas, de la misma manera que ya lo habían hecho con amigos argentinos exiliados, cuando corría el año 1976. (Ya les contaré más adelante). El caso es que esa casa me vería entrar y salir una y otra vez, fascinada con las historias de esta inglesa nacida en Manchester, ex azafata de la mítica Pan Am, y más tarde activista de la paz en América Latina y Palestina. Amante del Che, fotos del comandante con su seductora sonrisa inundan las paredes de su cuarto, del living y de la cocina. El 25 de diciembre al mediodía encendimos el fuego del hogar, comimos salmón rosado y brindamos con champagne. Eso sí, esta vez su hija Amaranta recibió un regalo para ella, no como en su niñez y adolescencia en las que Papá Noel llegaba con un sobre bajo el brazo, y que en su interior indicaba que el presente de ese año equivalía a un cheque por -pongamos- 100 pounds para donar a la institución benéfica del barrio. 

Ann me contó que en los años sesenta, cuando era azafata de la Pan American Airways, sufría mucho el uniforme, sobretodo el cinturón tipo corset en el que debía sumergirse cuando estaba quemada por el sol (lo cual era bastante usual, dado que volaba una vez por semana al Extremo Oriente). No podía rehusarse a usarlo y menos aún desestimar las normas de aseo personal draconianas, a tal punto que tuvo que pasar la humillación de ser reprendida por su jefe en varias ocasiones por estar excedida de peso, sin suficiente maquillaje o con el pelo demasiado largo. Sin embargo, cuando piensa en ello, afirma convencida que el precio a pagar fue mínimo por las enormes oportunidades que le daría ese trabajo. “Para una muchacha provinciana de un suburbio al sur de Manchester, mis tres años como azafata de vuelo fueron mi educación superior. Desarrollé una conciencia global que nunca podría haber adquirido en la escuela o la universidad, me di cuenta que podía ir muy lejos en la vida, siempre y cuando colocara mi mente en ello y me comportara con sensatez. Si no hubiera sido por Pan Am, estoy bastante segura de que hoy no sería una activista de derechos humanos, integrante de las brigadas de paz”. 

Sus padres, como muchos de su generación, decidieron que sólo podían darse el lujo de la universidad para uno de sus hijos, el varón. A pesar de tener una beca para la Escuela Withington Girls (en ese momento uno de los mejores colegios públicos del país), y siendo una de las chicas más inteligentes de su clase, a los 16 años decidió trabajar de secretaria. Sus profesoras nunca se lo perdonaron. Pero Ann se las arregló para irse a Ginebra. Un año más tarde viajó a Munich, donde vivió con una chica brasileña. Las exóticas historias de su pueblo comenzaron a despertar su curiosidad y deseó poder ver con sus propios ojos lo que sucedía en el otro lado del océano. 

Poco tiempo después Ann tuvo la chance de su vida: Pan Am estaba contratando tripulantes de cabina en Berlín para el servicio entre las ciudades de Alemania Occidental y Berlín Occidental. El anuncio decía “Sólo alemanas”, pero igual se animó a presentarse, con un buen manejo de francés y alemán. Fue aceptada para vuelos internacionales y a los 21 años en el año 1964 viajó a Nueva York para ser entrenada, y luego volar desde San Francisco hacia el continente asiático. 

“Una de las anécdotas más divertidas que viví sucedió en Hawaii, cuando ayudé a un hombre francés con su inglés en la aduana, y resultó ser el actor francés Alain Delon. Por la tarde, me encontré con él en el Hotel Royal Hawaiian, donde los dos estábamos quedando, y él me invitó a cenar.”, recuerda Ann y sin dejar lugar al silencio, continúa: “En San Francisco era difícil no ser influenciada por la fuerte campaña contra la guerra de Vietnam. El Flower power hacía furor entre los jóvenes mientras que tripulaciones y aviones de Pan Am estaban siendo utilizados por militares de EE.UU. Me desconcertó hablar con los soldados, de mi misma edad, y que por debajo de su fanfarronería y jactancia apenas entendían porqué estaban luchando.” 

Un año después Ann conocería a su futuro esposo, un corresponsal de Reuters que sería trasladado a Buenos Aires. El fervor revolucionario se hizo cargo de América del Sur, y cuando luego de 6 años se vieron obligados a abandonar el país tras el golpe militar del 76, Ann se lanzó a las campañas de solidaridad para apoyar a aquellos que sufrían la represión de las dictaduras latinoamericanas.

A los 34 años, finalmente obtuvo el título de Estudios Latinoamericanos de la Universidad College de Londres y, posteriormente, fundó una empresa de traducción y subtitulado, que le permitió ganarse la vida desde entonces. (Vale destacar que tradujo al inglés el libro “El Che quiere verte”, de su amigo Ciro Bustos). Pero son sus años como azafata de vuelo los que la prepararon para lo que todavía hoy hace, a los 68 años, como activista de derechos humanos. Con Brigadas Internacionales de Paz, trabajó en Colombia -allí 140.000 personas fueron asesinadas en los últimos 10 años y otras 15.000 han “desaparecido”, y también pasó períodos en la Ribera Occidental como voluntaria para el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (EAPPI, siglas en inglés), en los puestos de control, atendiendo en las demoliciones de viviendas y protegiendo a las comunidades vulnerables de ataques de los colonos.”

Me alegro mucho de haberme cruzado con esta inmensa mujer.


Por María Hegouaburu.

Imágenes de Londres


Lunes 30 de Abril de 2012
Hace 21 días que llueve sin parar en Londres: es ciencia ficción. Las gotas finas arrecian y atacan en varias direcciones, me protejo como puedo con la capucha del montgomery, el paraguas ya no puede dar batalla cuando el viento indeciso se arremolina sobre mi cabeza. Mientras apuro el paso y froto mis manos congeladas para darles ánimo, veo a 5 policías conversando con una señora de mediana edad en la puerta de su casa, ellos con caras de cierta preocupación y ella consternada, fuera de sí, algo andrajosa. A sus pies y recostado sobre la vereda, un bulto grande, del tamaño de una persona mayor, cubierto con una bolsa negra. Me acerco y les pregunto si es lo que me imagino que es, y me responden que es una carpa. (?)

Es de noche, cerca de Marble Arch, hora suficiente para que los oficinistas trajeados y bien perfumados le pasen la posta a los desgraciados sin techo. Subo al colectivo rojo y me acomodo en un asiento del primer piso, para distraerme con las postales de una ciudad que a esta hora se refugia en la tranquilidad de los barrios. Las cámaras graban a los pocos que estamos y a dos chicos de unos 30 años que se acomodan delante mío, algo exaltados. Uno lleva una botella de cerveza en la mano, huelen a alcohol, como si hubieran estado toda la tarde bebiendo y esa fuera quizás la décima. Parecen amigos, hablan fuerte, con un acento muy marcado y rústico, como ahorrando vocales, y se van cebando mutuamente, levantando el tono de voz más y más. Uno lo provoca con un chiste y el otro reacciona con un puñetazo en la nariz. Sangre. 

(Pensarán que peco de simplista al inducir que la falta de sol es un perfecto caldo de cultivo para el buen metabolismo de las enfermedades mentales pero no por eso deja de ser menos cierto: investigaciones realizadas demuestran que 1 de cada 4 personas en el Reino Unido experimentan algún tipo de problema de salud mental; una mezcla de ansiedad y depresión es el desorden más común; el 10% de los niños sufre de alguna enfermedad mental en algún momento; estadísticas acerca de conductas auto-destructivas posicionan a los británicos entre los más altos porcentajes de toda Europa: 400 cada 100 mil). 

“Here comes the sun”. Finalmente sale el sol en Londres. Todos corremos desesperados a hacer un poco de fotosíntesis. Regent’s o Finsbury park, para el caso da igual, con frisbees, raquetas, pelotas, bicicletas, perros, hijos, amigos, novios o solos, las colinas y las llanuras, aún húmedas, se pueblan inmediatamente. 

Y también llega Richmond. Al sur oeste de la ciudad se encuentra una de las zonas residenciales más ricas del Reino Unido, y quizás por ello fue evaluada como uno de los sitios más felices para vivir. Ubicada sobre un meandro del río Támesis, sólo hace falta dejarse llevar por la calle principal con sus hoteles, boutiques y restaurantes, para desembocar en Richmond Park y caer rendidos de amor frente a tanta exuberancia vegetal, pájaros de todos los colores, árboles eternos, manadas de ciervos y caballos, lagos y paz. 

Las fallas de Valencia


Martes 03 de Abril de 2012
“Estas fiestas no tienen sentido, ¿cómo pueden gastar millones de euros en petardos y fuegos artificiales durante dos semanas sin descanso, en medio de una crisis financiera y económico-social considerable?” comenta mi hermano a su mujer valenciana, que pasó su infancia correteando entre los frondosos eucaliptos y gozando de las naranjas más deliciosas de toda España. “¿Es que tú no estás disfrutando de esta celebración? ¿Acaso ustedes no tienen tradiciones en Argentina?” 

Recién habíamos salido de la estación de trenes, luego de viajar 10 minutos desde Benetusser como sardinas, más comprimidos que en los vagones de Buenos Aires, para encontrarnos con una multitud de españoles y turistas de toda Europa, bajo un sol radiante de mediodía, ansiosos por ver -aunque en verdad sólo se podía oír- una atronadora explosión tras otra durante 15 minutos, conocida como la “mascleta”. El público eufórico acompañó el final del show a los gritos, silbidos y aplausos, y con los estómagos a reventar de cervezas tibias, compradas por un euro a unas niñas chinas que no tendrían más de 10 años. Luego de eso, nos volvimos a almorzar paella a casa de sus padres. Otra vez, cuerpos apretujados. El intercambio de opiniones continuó, más encendido aún: “es que sigo sin entender, esto es increíble”. “¿Pero no ves que aquí están todos riéndose y felices con amigos y familiares? En el metro de Barcelona ya puedes ver las caras largas y avinagradas de camino a sus trabajos”. “Bueno -agrego yo-, ustedes porque no vieron las expresiones anales de los ingleses un lunes a las 9 de la mañana … además, ¿qué es lo que tiene sentido? ¿Una sociedad productiva, eficiente, individualista y competitiva pero que se olvida de brindar tiempo a la crianza de sus propios hijos y a la participación de rituales sociales? 

Cuando me convencieron para venir a estas fiestas me explicaron que se arman muñecos gigantes con un alto grado de ironía y crítica hacia políticos y farándula, construidos con devoción a lo largo del año por artistas falleros, con el fin de verlos el último día agonizar bajo las llamas del fuego. Pensé esto es una locura. Pero ahora puedo decir que no hay nada más auténtico y atrapante que contemplar la autodestrucción de una obra de arte. Y que es una forma de renovación y olvido de los sinsabores y odios, para reencontrarse con la primavera y el renacimiento de una vida nueva y mejor. 

Aquí les dejo una foto de la Mare de Dèu dels Desamparats y su maravilloso manto confeccionado con más de 70 mil ramos de flores, ofrendados por falleras de todos los rincones de Valencia. 

Por María Hegouaburu

Una noche caliente en Londres


Domingo 04 de Marzo de 2012
El sur de Londres en Brixton, del otro lado del Támesis, es otra de las zonas de la ciudad marcada fuertemente por la multiculturalidad, con más del 24 % de su población con raíces afro-caribeñas. Gran parte de los 200 mil colombianos radicados en la ciudad conviven allí con cubanos, venezolanos, peruanos y londinenses, entre otras nacionalidades. Es el barrio de las arepas, los pimientos, la carne de cerdo asada y frita y los frijoles negros con arroz. Y es la noche de la salsa y el regetton. 

Por eso el jueves pasado fui a ver a Los Van Van, la clásica orquesta Cubana formada en 1969 en la Habana, con más de 20 músicos en el escenario, tocando con tal maestría que parecía estar escuchando a un sólo ser, complejo y armónico. Después de pasar 5 meses con frío y nieve, la noche del recital recordé que era algo más que una mente productiva y útil. Desde el minuto uno, mis pies y mis caderas no podían parar de moverse, atraída por la energía intensa proveniente de los tambores y violines. Risas y baile sin pensamientos, sólo cuerpos celebrando el ritual del momento. Mujeres europeas buscando lo diferente, encarando ellas a los latinos para sentir sus piernas entre las suyas y sus manos en las cinturas, marcando el ritmo de los pasos y de los latidos de la pista. Me di cuenta que para mí, una chica argentina de América del Sur, lo que estaba viendo no me era ajeno ni exótico del todo, porque el tango y la cumbia también necesitan de la pasión y la sensualidad del hombre y la mujer para el juego de la conquista. Y eso es lo que los ingleses no tienen, y persiguen y encuentran en las fiestas de los caribeños y sudamericanos. 


Por María Hegouaburu

Londres, la punta del iceberg


Sábado 28 de Enero de 2012
Hackney es uno de los barrios más pequeños y al mismo tiempo que mejor representa la identidad londinense. Cuenta con 220 mil residentes y allí se hablan más de 100 idiomas. Mezcla de judíos ortodoxos, turcos, africanos, chinos, bengalíes, caribeños e ingleses esta zona del centro -que sube desde Shoreditch hasta Stamford Hill- resulta irresistible. Además de batir records de multiculturalidad, espacios verdes y casas estatales (council houses) es una de las áreas más peligrosas, con calles que merecieron el nombre de “Murder Mile“, aunque en los últimos años el crimen bajó un 28%.

Para experimentar la explosiva interacción de colores y dialectos hay que caminar los puestitos del mercado de Broadway un sábado al mediodía, al final del parque “London fields”. Allí uno puede cruzarse con una bella mujer, de rasgos exóticos, aparentemente de algún rincón de la India, pero finalmente de la Isla Mauricio, que hable inglés con acento francés y se llame Sapna. Quizás haya una banda irlandesa tocando alguna fusión de folk con rock progresivo, y más adelante un chef suizo de madre hongkonesa y padre iraquí preparando el clásico y refrescante trago de la clase media inglesa, el “Pimm’s” con pepinos, manzanas y frutillas. Un ciudadano nacido en Londres es la excepción. El mercado huele a curry, a costillas de cordero asadas con picante, a salchichas y a cebollas. Tiendas de ropa vintage se camuflan con las cientos de personas que compran pan fresco, jamones ibéricos, quesos griegos, jugos de jengibre y zanahoria, carne argentina, yerba paraguaya y vinilos del emblemático sello “Ministry of sound”.

La ciudad se reinventa cada día y para los Juegos Olímpicos los departamentos de la zona se cotizan a 400 libras la noche. Tentadora oferta para los propietarios que aceptarán ver el show deportivo por televisión en cualquier otro lugar del planeta, quizás en una playa, tomando sol. Es que de todos modos, gran parte de las entradas para el espectáculo tan esperado están en manos de las grandes marcas como Nike, Visa y Coca-Cola, y las demás ya fueron asignadas por sorteo.

Mientras tanto, y luego de que el cielo y el río Támesis fueran testigos de millones de libras disparadas en fuegos artificiales por el año nuevo, las puertas de la Catedral de Saint Pauls continúan cerradas, con los manifestantes que acampan alrededor de ella, como abrazándola. No moverán sus carpas, ni la Universidad que montaron para que activistas de todo el mundo den sus discursos y dejen asentadas sus ideas en libros y pancartas, a menos que su deseo mayor se cumpla. Que es nada más y nada menos que el actual sistema capitalista deje de beneficiar, según su perspectiva, al 1 % más rico del planeta y perjudicar al 99 % restante con sus desiguales políticas de distribución de la riqueza. Cuesta creer que puedan acomodar la balanza en el corto plazo, o en el mediano, cuando el London Eye sigue girando y los shoppings frente a la Iglesia atraen sin descanso a sus clientes con carteles gigantes que rezan la palabra “SALE”, y las casas de remates y las apostadoras de carreras de caballo rebasan de jugadores desesperados por comprar y especular. Los pecados capitales laten intensamente en el centro del imperio.


Por María Hegouaburu

Multitasking


Viernes 13 de Enero de 2012
Amparada en la filosofía del momentismo absoluto quiero decirles que nunca en mi vida viví tan intensamente el día a día como acá en Londres. Qué hice en los últimos 3 meses en la ciudad más cara, cosmopolita y cambiante del mundo:

. Pasante en editorial Kyle books, como asistente del departamento editorial.

. Asistente de stock en Kew, tienda de ropa inglesa.

. Vendedora de empanadas de La Porteña en Borough market, y también de su competencia Chango en Brick Lane.

. Recepcionista en el Gaucho de Tower Bridge.

. Niñera

. Redactora de contenidos para diferentes blogs.

. Y en la etapa de desarrollo de un proyecto empresarial propio. (Los mantendré al tanto de su evolución).

Lo cual me convierte en una profesional del “job hunting” (caza de trabajos), seductora natural y conocedora superficial de más de un mercado. La competencia es feroz, aún con ciudadanía europea, diplomas convalidados, inglés fluido y las mejores intenciones. Pero también tengo la certeza de haberme cruzado con personas inmensas, que no dudaron un segundo en ayudarme, ofrecerme sus contactos, tiempo y experiencia.

A ellos, gracias.


Por María Hegouaburu

Random


Lunes 02 de Enero de 2012
En noviembre estuve unos días en Tenerife y cuando me tomé el vuelo de regreso a Londres, mientras guardaba la maleta en el portaequipajes y me acomodaba en el asiento, el Capitán a bordo nos dio la bienvenida en un cordial inglés y nos informó que Gatwick nos recibiría con una lluvia miserable. Adoré su honestidad implacable. Pero así y todo, se quedó corto. Tuvimos que aterrizar forzosamente en Stansted, luego de varias horas dando vueltas por el aire, con fuertes turbulencias de a momentos nada agradables. Siento repetirlo una y otra vez, pero es que no salgo del asombro: las azafatas reían junto a los tripulantes, comentaban algo de una serie de televisión y de recetas de cocina de Gordon Ramsay, al mismo tiempo que ofrecían vasos de agua, muy relajadas. Nadie perdió la calma, ni siquiera las parejas con niños pequeños. ¿Será como dijo por ahí la periodista argentina Leila Guerriero que la paciencia es lo que hace a los países civilizados? Al bajar del avión de la compañía aérea Easyjet -la de las tarifas a precios bajísimos- un colectivo esperaba para trasladarnos al aeropuerto que correspondía. Y dos días después, un mail de la empresa pidió disculpas por los inconvenientes ocasionados. 

Por María Hegouaburu. 

Random II


Lunes 02 de Enero de 2012
Tomás tuvo una adolescencia muy exultante, líder entre los suyos y con las chicas más lindas de la escuela a sus pies, hasta que se pasó de listo con las drogas. De las ansias de ser actor y famoso a vaguear por las calles, tocando puertas que ya no querían abrirle, terminó por irse a Barcelona a probar suerte como DJ y le perdimos el rastro. Hasta ahora…
Mediodía, estoy en la editorial y suena mi celular. Atiendo:

-Hello?
- Hello Amalia I am Tom so long from last chat. (Debo decirles que además de María me llamo Amalia y así me conocen mis amigos de la infancia).
- ¿Tomás?
- Sí qué hacés tanto tiempo.
- ¿Te parece? ¡Hace solamente 18 años que no hablamos! ¿Qué hacés en Londres? ¿Cómo conseguiste mi número?
- Escuchame no puedo hablar mucho porque le pedí el teléfono a una chica muy buena que me está ayudando necesito que me prestes plata. 
-¿Cómo? 
-No me preguntes no tengo un duro y acá en el Hostel del Soho ya no me puedo quedar así que me quedan 20 pounds y voy a dormir en la calle y con esa plata voy a comer Mañana me vuelvo a Barcelona dónde estás que te voy a buscar?
-Te puedo prestar algo, mucho no tengo. Anotá la dirección, ¿tenés para anotar?
-…..
- Tomás, hola, ¿me escuchás?
Nadie del otro lado. Cortó, qué raro. Para qué vino a Londres sin plata, a qué habrá venido.

Al día siguiente a las 6 de la tarde, él otra vez:

-Hello Amalia I need your help now where are you?
-Hola Tomás, no me hables en inglés, estás hablando conmigo. Sí, tengo algo de plata para darte, ayer te dije.
-Qué? ya me giró guita mi mamá ahora quiero que me ayudes con unos vinilos que vengo juntando de toda la vida pero no puedo hablar mucho hay un perro que me está persiguiendo podés hacerme ese favor porque no puedo llevármelos el bolso es muy pesado y ahora sale mi vuelo los podés guardar en tu casa y después los voy a buscar en otro momento? tenés que cuidármelos. 
- Tomás, esto me parece una locura, hace mil años que no nos vemos y ni siquiera me preguntás cómo estoy o qué es de mi vida.
-Ah, perdóname, ¿hola, cómo estás Amalia? 
- No, bueno, dejá. Anotá la dirección de mi oficina y vení ya que no tengo mucho tiempo. 

No pudimos vernos personalmente porque Tomás tardó demasiado. Pero finalmente, minutos antes de cerrar el edificio, alcanzó a dejar en la recepción una mochila gigante con más de 50 vinilos de Al Green, Ace of Base, Eraser, Led Zeppeling, entre otros clásicos del soul, del groove y del house, a mi nombre. 

Tres días después:

-Ciao, come stai, sono Tomaso.
- Tomás, hola Tomás. HABLAME EN CASTELLANO. 
-Estoy en Milán pudiste agarrar los vinilos?
-Sí, pesaban una tonelada y tuve que llevarlos de a tandas. No tengo auto, uso bici.
-Gracias Amalia me fui de Londres porque estos ingleses no me gustan nada pero vos hacete valer hay mucha plata por los juegos olímpicos. Es más, los discos son la colección de mis sueños, pero si llegás a estar jodida con la guita hácelos plata. Son una reliquia, te los dejo. Chau. 

La isla


Viernes 09 de Diciembre de 2011
.No se enojen si les digo que los ingleses son amables cuando me lo preguntan, ¿qué esperan escuchar?
.Igual, miles de cuervos sobrevuelan la ciudad. Resultan un toque creepy.
.Me encanta pelearme con los camioneros y conductores de combies que me acorralan en las esquinas cuando voy con la bici, los vivo puteando, total no me entienden.
.Me di cuenta que me fascinan los cuadros de Paul Gauguin, Renoir, Degas, Monet y Manet y sobretodo poder ir a verlos cada día, como si fuera al Carrefour a comprar pan y leche.
.También me gusta observar a las personas que van a dibujar a los museos para captar algo de la magia de los grandes pintores.
.Pero más a Banksy, seudónimo detrás del cual se esconde el “graffitero” más famoso del mundo. Este señor de Bristol, activista político, director de cine y artista visual, utiliza el stencil para plasmar su mirada irreverente en puentes, paredes, calles, callejones, persianas y puertas.

.Todavía no logré discernir si es bueno o malo estar viviendo un momento histórico: en Europa tiembla el euro y el Reino Unido decidió alejarse aún más del continente. Ya lo habrán leído en los diarios.
.La compañía de vuelos “British Airways” había prometido 500 nuevos puestos de trabajo para el 2012 pero, a raíz de una reciente suba de impuestos dictada por el Gobierno, no se hará efectivo el anuncio.
.Mi compañero de piso que trabaja en el sector de inversiones de un Banco local sale cada vez más tarde de su oficina, puesto que absorbe las tareas de ex compañeros que fueron despedidos. No le pagan las horas extras.
.Pero no se queja, aunque tiene ganas de “hacerse echar” para irse a vivir a otro país. Tiene 28 años, está allí desde los 23 y es Gerente.
.Las ventas de navidad bajaron un 5% con respecto al año pasado: no hace tanto frío, no nieva aún y la crisis, otra vez.
.Mientras tanto, los bares siguen llenos, en búsqueda de refugio y calor humano.
.Anoche fui a escuchar a unos amigos ingleses que tocan el Ukelele a “The bedroom pub”, en el barrio de Shoderitch, y me emocioné cuando interpretaron un tema de Piazzolla.
.Siempre Buenos Aires.

Invasión de amapolas


Lunes 14 de Noviembre de 2011
Durante las dos últimas semanas casi todos los londinenses llevaron en su ojal una flor como la que muestra orgullosa la célebre actriz Helen Mirren en la publicidad de la foto. El viernes hubo dos minutos de silencio en todas las iglesias, colegios, bancos y oficinas estatales y ayer culminaron los homenajes con la participación especial de la realeza británica. 

La historia cuenta que algunos de los combates más sangrientos de la Primera Guerra Mundial tuvieron lugar en las regiones de Flandes, Bélgica y el norte de Francia. La amapola fue lo único que creció luego de la devastación total. En 1915, John McCrae, un médico que sirvió allí con las Fuerzas Armadas de Canadá, profundamente inspirado y movido por lo que vio, escribió el poema “En los campos de Flandes”. En la última hora del undécimo día del undécimo mes de 1918, la Primera Guerra Mundial terminó. La población civil quería recordar a las personas que habían dado su vida por la paz y la libertad. La norteamericana Moina Michael, movilizada por el poema del canadiense, comenzó a vender amapolas a sus amigos para recaudar dinero para la comunidad de ex combatientes. Y así comenzó la tradición del “poppy day”.

Al mismo tiempo, en los alrededores de la Catedral St’Pauls, cientos de manifestantes acamparon para protestar contra el sistema financiero y las consecuencias de la última crisis global. Eran más los policías que los rodeaban. Todo perfectamente estudiado y planificado para prevenir cualquier desborde. Cada mañana con mi bicicleta pude pasar sin problemas por entre las vallas y los saludos de los oficiales. Un detalle, no existen los bocinazos. 


Nick, mi compañero de piso, tiene auto pero no lo vende porque le dan sólo 2mil £ y tampoco lo usa dado que el estacionamiento es carísimo. Va con la bici al trabajo, como yo. Lo bueno de que los precios sean desorbitantes es que es imposible aburguesarse y hay que mantener el buen estado físico, ¡porque no hay llovizna ni niebla que pueda pararnos! 

El lugar donde vivo no es Knightsbridge, con su sofisticada Brompton Road y elegante tienda Harrods, rodeada de vidrieras decoradas con cristales Swarovski. Estoy en el modesto Mile End, barrio que se destaca por una fuerte comunidad de bengalíes y casas nuevas, de mayor y menor calidad. Esto se debe a que en la zona este de Londres se ubicaban las fábricas y centrales eléctricas, razón suficiente para ser la más bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial. Una de las excepciones es la joya de edificio en la que está el departamento de Nick. Fue construido en los años 30 por un gobierno socialista, con generosos espacios comunes. Le perteneció al Estado hasta la década del 80, momento en que se puso a la venta a particulares. Me gustan los letreros en las paredes que rezan “No ball games”, aunque los chicos juegan igual. 

El Estado continúa con la política de comprar edificios nuevos en cada barrio de la ciudad para dárselos, provisoriamente, a las familias que necesitan un lugar donde vivir y a aquellos que estuvieron involucrados con el delito y las drogas. La idea es evitar la creación de guetos y la fragmentación social. Algunos vecinos se quejan. Una señora que tiene su PH en una torre cercana al London Bridge puso un cartel que pide por favor dejen de tirar en su jardín condones usados. 

Donde fueres haz lo que vieres


Viernes 04 de Noviembre de 2011
O no. Anoche Nick, el londinense con el que comparto piso, al verme desesperada por el último mate luego de un mes aguantando con el kilo de yerba que traje de Buenos Aires, entró a internet y me compró un paquete grande de Nobleza Gaucha y un termo. Así son ellos, ¡en vez de quejarse y llorisquear hacen! Después, entradas las 22 horas y con los libros de Jamie Olivier mirándonos de reojo, cocinamos unas papas con aceite de oliva italiano y pimentón dulce, y unas pechuguitas de pollo con ajo y puerros. Vino chileno -mal que me pese-, parecido al mendocino pero más fácil de encontrar y más barato. Me preguntó si me gustaba la comida inglesa y le dije que si se refería a los “fish and chips” estaba bien, pero lo que veo en cada esquina es la internacional, asiática o mediterránea. Se rió y me contestó que también tengo que probar el plato típico que le hacía siempre su abuela los domingos “pie and mush”, que vendría a ser una tarta pequeña de carne picada o cortada a cuchillo, acompañada con puré de papas y arvejas. Otro clásico que se originó en el siglo 18 en el East End de la ciudad es la anguila en gelatina, que a Nick jamás le gustó, ni fría ni caliente. 

De la cocina pasamos a la política, directo a Cristina y su amplísima victoria en las últimas elecciones nacionales y a que Grecia se parece mucho a Argentina, pero que al mismo tiempo ahora a nadie le importa si debe o no debe al Club de París, es un lugar atractivo para invertir, tanto como Brasil y el resto de los países del BRICS y punto. Él trabaja en un banco y me dijo que la economía más grande de Europa es Alemania, y que tanto ellos como los ingleses se ven lógicamente afectados por la parálisis del consumo a raíz de la crisis financiera, económica y política que golpeó primero a los griegos, y que está arrastrando a Italia, lo cual sería devastador e insostenible para la zona euro, dado que es una economía mayor y más endeudada. La cosa es que en las revistas como “Vanity Fair” ponen a Buenos Aires entre las primeras cinco ciudades más fiesteras del mundo y de gran diversidad cultural, y amigos del trabajo están estudiando tango y clases de español porque quieren irse a vivir allá, a mezclarse entre los europeos latinos que comen carne roja y vino tinto, con cielos despejados y desorden callejero. Sudamérica cotiza en alza. 

Pero volviendo a Londres quería decir que la lluvia no moja, molesta. Y que no fue amor a primera vista. Lo mío con ella es tal como la ciudad es en sí misma, agitada pero no arrolladora, sutil y elegante, tradicional por momentos pero más moderna, joven y cosmopolita. No sé porqué atrasaron una hora el reloj si ahora oscurece a las 5 de la tarde en vez de a las 6. Lo cierto es que por navidades el centro está superpoblado de adornos, bolas gigantes de colores fuscia, amarillo y verde, edificios enteros iluminados con Leds y vidrieras que compiten por sobresalir más y mejor. Todavía no tengo arbolito pero sí un paraguas, un plumón de algodón, una bicicleta y unas zapatillas cancheras para correr por los parques. Mañana la Bahía de Westminster estallará de alegría y de fuegos artificiales, es 5 de noviembre, día de la “Bonfire Night”, que surge a causa de un intento de asesinato al Rey James I en el año 1605. Un grupo de católicos liderado por Guy Fawkes no simpatizaba mucho con sus ideas y decidieron demonstrar su ira con barriles de pólvora que muy cuidadosamente intentaron ubicar en la bodega del Parlamento Británico. La idea era hacerlos explotar cuando el Rey estuviese dentro, pero alguien que conocía el plan puso en alerta al resto y Guy Fawkes fue capturado y torturado hasta su muerte. 

Otoño feliz en Londres


Viernes 14 de Octubre de 2011
Y algunos piropos en Barcelona. Cuando bajé las escaleras del avión y puse un pie en tierras ibéricas fue como abrazar mi casa. No existe nada que pueda compararse con la brisa cálida de un atardecer mediterráneo. Irresistible. 

Después de 5 días de aceitunas, bocadillos, sepias, gambas y cañas en Sitges y en las calles del Borne regresé al reino unido vía aeropuerto de Gatwick, a la ciudad donde todos -o casi todos- responden con amabilidad y cortesía a las preguntas de los turistas y a los que como yo vinimos a trabajar y a mejorar el idioma. Me cuesta transmitir qué es lo que veo exactamente, porque todo funciona pero además hay una atmósfera especial, que me atrae.

Fui a la Royal Academy of Arts a ver la muestra de la época de oro de la fotografía húngara (1920/1940). Me fascinaron las de Brassai, que dormía de día y se levantaba a las 8 de la noche para retratar la París que lo deslumbraba; André Kertész y su ojo para documentar a Mondrian y a Chagall; Moholy Nagy; Munkacsi; el fascismo; el nazismo; el comunismo; el hambre; el exilio y el éxito en tierras ajenas también de Pesci y del genial Robert Capa, fotoperiodista que cubrió más de 5 guerras y que se hizo célebre mundialmente por la foto “Muerte de un miliciano”: la capturó en 1936, en el campo de batalla durante la guerra civil española, en el mismo momento en el que el soldado encontraba su muerte a causa de un disparo.

Paranoicos abstenerse, hay cámaras en los colectivos -que hay que decir, son los más lentos del mundo-, en los bares, en los postes de luz, en los parques. Sí es la ciudad indicada para el que quiere abandonar el cigarrillo, una caja de 20 a 7 libras, hagan la cuenta. Todavía me resulta escalofriante pasar por una iglesia en una tarde gris con las tumbas y las criptas del cementerio a la vista, aunque es interesante la perspectiva de la muerte conviviendo con la vida. Nos recuerda a diario que somos fugaces. Mejor vivir intensamente. 

Algo de números, se puede comer bien -y sentado- al mediodía por 5 libras, ensaladas orientales o mediterráneas, sopas generosas y exquisitas, sandwiches de pollo y verduras. En supermercados grandes, como el Coto o el Carrefour, por 25 libras es posible adquirir 15 productos, como leche, huevos, latas de atún, café, pan, carne de cerdo, pollo o hamburguesas de carne vacuna, algunas frutas y verduras. Un Malbec argentino, por ejemplo el “Álamos” de Catena Zapata, a 9 libras. Un pasaje de colectivo, cualquiera sea el destino, 1.50 libras, un boleto de subte, 2.20 libras. Alquilar un cuarto en la zona 2 -el centro es la zona 1- en una casa amueblada con los servicios pagos, 500 a 700 libras por mes, comprar una vivienda de un dormitorio en la misma área, desde 300 mil libras. 

Las bicis se usan mucho como medio de transporte y los monopatines marcan tendencia entre los niños. Algunas madres también los usan. Está de moda todo lo que sea ecológico y sustentable, las semillas de todo tipo en las comidas, lo sano y saludable, los zapatos de lujo pero con el mismo material de las botas de lluvia, las medias de múltiples colores y estampados con polleras cortas para las oficinistas. Hay modelos rusas, italianas, polacas, nórdicas en sesiones de fotos al aire libre en plazas y esquinas. Los hombres se visten a la moda, con elegancia. Y lo vintage es moneda corriente. Me gustan los edificios vidriados cercanos al Spitalfields y a Brick lane (este de Londres): las ventanas transparentes están todas garabateadas con indicaciones y notas de los Gerentes para sus empleados. 

Tic Tac Tic Tac


Viernes 30 de Septiembre de 2011
Superada la fantasía que acostumbro tener cada vez que subo a un avión y creer que va a caer en la isla de Lost (serie de TV de USA), -por lo cual me pongo a mirar con quién me gustaría estar, qué habilidad tendría aquel hombre o aquella mujer, y para qué podría ser útil yo-, paso a contarles mis primeras impresiones, asi, sin editar:

Esté en el hemisferio que esté, en el país y ciudad que sea, todas las mujeres de 30 años sienten el tic tac del reloj biológico, que marca el ritmo de la respiración más y más acelerada y acalorada. Es una preocupación global que se siente en las miradas y en actitudes cotidianas, que están ahi, bajo una piel delgada y que pueden observarse con solo una pizca de atención: queremos perpetuar la especie. 

Hace tres días que llegué a Londres y todavía no vi una sola nube. 25 grados. 

Salí a dar una vuelta por mi barrio, Stoke Newington, al norte de la ciudad (zona 2). Es tranquilo, con muchas parejas de 30 a 40 años con bebés y niños que salen del colegio, y jóvenes en los bares, caminando por la calle principal en Church street y en el Clissold Park; allí hay pistas de skate, rollers y bicicletas (de las cross), y canchas de tenis a 5 punds la hora y 10 con profesor. Los baños públicos del parque parecen los del Teatro Colón de Buenos Aires. 

Qué paz estar en una esquina y que el auto pare para que puedas cruzar. 

Stoke Newington es como el vecindario del chavo del 8 pero cosmopolita.

¿Qué onda Londres?


Sábado 27 de Agosto de 2011
-Me voy a vivir a Londres a fines de septiembre. -¡¿En serio?! ¿Y a qué vas? Me preguntan, a lo que a continuación respondo, -a vivir, ¿les parece poco? 

Algunos se fascinan con la idea más que yo y me dicen con una mirada contundente que voy a conquistar Europa, y que voy a lograr todo eso que me propuse hacer allá; es cuestión de focalizar y mentalizar. En ese instante en el que mis oídos escuchan las palabras mágicas mi cerebro se alerta y piensa con dramática preocupación “¿qué es lo que me propuse hacer? ¿Cuál era mi plan perfecto?”. Unos minutos después, mientras la dueña de la joyería del Sheraton me sigue contando su experiencia en Michigan, inusual y osada para su época hace 40 años -y no se olvida de recomendarme que siempre tenga encendido el televisor para incorporar el acento-, mis huesos se distienden un poco y consigo inhalar y exhalar una bocanada de aire fundamental. “Por lo pronto, tengo para empezar en una editorial, no está mal”, me digo insuflándome fuerzas. 

Otros, con terror en sus pupilas, esgrimen argumentos que desalentarían hasta al más valiente de esta tierra: “las calles están empapeladas con carteles que piden prohibir la entrada de inmigrantes” (se me ocurre defenderme con mi pasaporte italiano), pero “la crisis es desoladora”, “hay un ejército de jóvenes griegos, españoles y portugueses que llegan a Inglaterra desesperados por un trabajo, de lo que sea”. A esta altura no me queda otra alternativa que rezar, porque la decisión está tomada y ya tengo el pasaje –un poquito caro- en mis manos. 

Por fin, algunas amigas mías quieren vendarme la boca para que no cuente nada, “la gente es muy envidiosa y puede tirarte mala onda”. Estoy pensando seriamente en pintarme todas las uñas de rojo furioso, como me recomendó mi cosmetóloga.