sábado, 26 de mayo de 2012

Donde fueres haz lo que vieres


Viernes 04 de Noviembre de 2011
O no. Anoche Nick, el londinense con el que comparto piso, al verme desesperada por el último mate luego de un mes aguantando con el kilo de yerba que traje de Buenos Aires, entró a internet y me compró un paquete grande de Nobleza Gaucha y un termo. Así son ellos, ¡en vez de quejarse y llorisquear hacen! Después, entradas las 22 horas y con los libros de Jamie Olivier mirándonos de reojo, cocinamos unas papas con aceite de oliva italiano y pimentón dulce, y unas pechuguitas de pollo con ajo y puerros. Vino chileno -mal que me pese-, parecido al mendocino pero más fácil de encontrar y más barato. Me preguntó si me gustaba la comida inglesa y le dije que si se refería a los “fish and chips” estaba bien, pero lo que veo en cada esquina es la internacional, asiática o mediterránea. Se rió y me contestó que también tengo que probar el plato típico que le hacía siempre su abuela los domingos “pie and mush”, que vendría a ser una tarta pequeña de carne picada o cortada a cuchillo, acompañada con puré de papas y arvejas. Otro clásico que se originó en el siglo 18 en el East End de la ciudad es la anguila en gelatina, que a Nick jamás le gustó, ni fría ni caliente. 

De la cocina pasamos a la política, directo a Cristina y su amplísima victoria en las últimas elecciones nacionales y a que Grecia se parece mucho a Argentina, pero que al mismo tiempo ahora a nadie le importa si debe o no debe al Club de París, es un lugar atractivo para invertir, tanto como Brasil y el resto de los países del BRICS y punto. Él trabaja en un banco y me dijo que la economía más grande de Europa es Alemania, y que tanto ellos como los ingleses se ven lógicamente afectados por la parálisis del consumo a raíz de la crisis financiera, económica y política que golpeó primero a los griegos, y que está arrastrando a Italia, lo cual sería devastador e insostenible para la zona euro, dado que es una economía mayor y más endeudada. La cosa es que en las revistas como “Vanity Fair” ponen a Buenos Aires entre las primeras cinco ciudades más fiesteras del mundo y de gran diversidad cultural, y amigos del trabajo están estudiando tango y clases de español porque quieren irse a vivir allá, a mezclarse entre los europeos latinos que comen carne roja y vino tinto, con cielos despejados y desorden callejero. Sudamérica cotiza en alza. 

Pero volviendo a Londres quería decir que la lluvia no moja, molesta. Y que no fue amor a primera vista. Lo mío con ella es tal como la ciudad es en sí misma, agitada pero no arrolladora, sutil y elegante, tradicional por momentos pero más moderna, joven y cosmopolita. No sé porqué atrasaron una hora el reloj si ahora oscurece a las 5 de la tarde en vez de a las 6. Lo cierto es que por navidades el centro está superpoblado de adornos, bolas gigantes de colores fuscia, amarillo y verde, edificios enteros iluminados con Leds y vidrieras que compiten por sobresalir más y mejor. Todavía no tengo arbolito pero sí un paraguas, un plumón de algodón, una bicicleta y unas zapatillas cancheras para correr por los parques. Mañana la Bahía de Westminster estallará de alegría y de fuegos artificiales, es 5 de noviembre, día de la “Bonfire Night”, que surge a causa de un intento de asesinato al Rey James I en el año 1605. Un grupo de católicos liderado por Guy Fawkes no simpatizaba mucho con sus ideas y decidieron demonstrar su ira con barriles de pólvora que muy cuidadosamente intentaron ubicar en la bodega del Parlamento Británico. La idea era hacerlos explotar cuando el Rey estuviese dentro, pero alguien que conocía el plan puso en alerta al resto y Guy Fawkes fue capturado y torturado hasta su muerte. 

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