sábado, 26 de mayo de 2012

Imágenes de Londres


Lunes 30 de Abril de 2012
Hace 21 días que llueve sin parar en Londres: es ciencia ficción. Las gotas finas arrecian y atacan en varias direcciones, me protejo como puedo con la capucha del montgomery, el paraguas ya no puede dar batalla cuando el viento indeciso se arremolina sobre mi cabeza. Mientras apuro el paso y froto mis manos congeladas para darles ánimo, veo a 5 policías conversando con una señora de mediana edad en la puerta de su casa, ellos con caras de cierta preocupación y ella consternada, fuera de sí, algo andrajosa. A sus pies y recostado sobre la vereda, un bulto grande, del tamaño de una persona mayor, cubierto con una bolsa negra. Me acerco y les pregunto si es lo que me imagino que es, y me responden que es una carpa. (?)

Es de noche, cerca de Marble Arch, hora suficiente para que los oficinistas trajeados y bien perfumados le pasen la posta a los desgraciados sin techo. Subo al colectivo rojo y me acomodo en un asiento del primer piso, para distraerme con las postales de una ciudad que a esta hora se refugia en la tranquilidad de los barrios. Las cámaras graban a los pocos que estamos y a dos chicos de unos 30 años que se acomodan delante mío, algo exaltados. Uno lleva una botella de cerveza en la mano, huelen a alcohol, como si hubieran estado toda la tarde bebiendo y esa fuera quizás la décima. Parecen amigos, hablan fuerte, con un acento muy marcado y rústico, como ahorrando vocales, y se van cebando mutuamente, levantando el tono de voz más y más. Uno lo provoca con un chiste y el otro reacciona con un puñetazo en la nariz. Sangre. 

(Pensarán que peco de simplista al inducir que la falta de sol es un perfecto caldo de cultivo para el buen metabolismo de las enfermedades mentales pero no por eso deja de ser menos cierto: investigaciones realizadas demuestran que 1 de cada 4 personas en el Reino Unido experimentan algún tipo de problema de salud mental; una mezcla de ansiedad y depresión es el desorden más común; el 10% de los niños sufre de alguna enfermedad mental en algún momento; estadísticas acerca de conductas auto-destructivas posicionan a los británicos entre los más altos porcentajes de toda Europa: 400 cada 100 mil). 

“Here comes the sun”. Finalmente sale el sol en Londres. Todos corremos desesperados a hacer un poco de fotosíntesis. Regent’s o Finsbury park, para el caso da igual, con frisbees, raquetas, pelotas, bicicletas, perros, hijos, amigos, novios o solos, las colinas y las llanuras, aún húmedas, se pueblan inmediatamente. 

Y también llega Richmond. Al sur oeste de la ciudad se encuentra una de las zonas residenciales más ricas del Reino Unido, y quizás por ello fue evaluada como uno de los sitios más felices para vivir. Ubicada sobre un meandro del río Támesis, sólo hace falta dejarse llevar por la calle principal con sus hoteles, boutiques y restaurantes, para desembocar en Richmond Park y caer rendidos de amor frente a tanta exuberancia vegetal, pájaros de todos los colores, árboles eternos, manadas de ciervos y caballos, lagos y paz. 

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