sábado, 26 de mayo de 2012

¿Qué onda Londres?


Sábado 27 de Agosto de 2011
-Me voy a vivir a Londres a fines de septiembre. -¡¿En serio?! ¿Y a qué vas? Me preguntan, a lo que a continuación respondo, -a vivir, ¿les parece poco? 

Algunos se fascinan con la idea más que yo y me dicen con una mirada contundente que voy a conquistar Europa, y que voy a lograr todo eso que me propuse hacer allá; es cuestión de focalizar y mentalizar. En ese instante en el que mis oídos escuchan las palabras mágicas mi cerebro se alerta y piensa con dramática preocupación “¿qué es lo que me propuse hacer? ¿Cuál era mi plan perfecto?”. Unos minutos después, mientras la dueña de la joyería del Sheraton me sigue contando su experiencia en Michigan, inusual y osada para su época hace 40 años -y no se olvida de recomendarme que siempre tenga encendido el televisor para incorporar el acento-, mis huesos se distienden un poco y consigo inhalar y exhalar una bocanada de aire fundamental. “Por lo pronto, tengo para empezar en una editorial, no está mal”, me digo insuflándome fuerzas. 

Otros, con terror en sus pupilas, esgrimen argumentos que desalentarían hasta al más valiente de esta tierra: “las calles están empapeladas con carteles que piden prohibir la entrada de inmigrantes” (se me ocurre defenderme con mi pasaporte italiano), pero “la crisis es desoladora”, “hay un ejército de jóvenes griegos, españoles y portugueses que llegan a Inglaterra desesperados por un trabajo, de lo que sea”. A esta altura no me queda otra alternativa que rezar, porque la decisión está tomada y ya tengo el pasaje –un poquito caro- en mis manos. 

Por fin, algunas amigas mías quieren vendarme la boca para que no cuente nada, “la gente es muy envidiosa y puede tirarte mala onda”. Estoy pensando seriamente en pintarme todas las uñas de rojo furioso, como me recomendó mi cosmetóloga. 

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